…y tú me decías no sé qué cosa, que te ibas a tirar al río, y yo, mientras me revolvía entre las sábanas, pensando si tu voz sería parte de un sueño, no pude dejar de imaginarme la escena maravillosa de la mañana siguiente: tú, y tus vestidos flotando alrededor de tu cuerpo, pálido, azul; la Ofelia nenúfar de Rimbaud. Y yo, el amante de luto, sosteniendo tu húmedo cadáver en mis brazos...
Porque créeme cuando te digo que no me imaginé esto. Tú, ahí tirada, revoltijo de tripas y sangre, en la portada del Metro. Y es que se me olvidó que aquí en la ciudad no tenemos río Sena, sino río Churubusco.