Después de dos cuadras, gire a la derecha. Encontrará una cantina y después una tienda. De vuelta por la callecita. Al fondo, en el altarcito, está la Virgen de los Desamparados. Cuando llegue ahí, póngase a rezar, porque ya lo cargó la chingada.
17/10/08
Miré a la muerte directo a los ojos, dijo como despertando de un sueño terrible.
Son de un azul como de llama que no puedes creer, ¿cierto? Alguien dijo, tranquilo, metros de tierra a su derecha.
Al principio, carcajadas. Poco después, suspiros. Una etapa de gritos de gozo, y otra etapa de gritos, solamente gritos. Al final, dos tazas de café y dos miradas afónicas en la mesa del desayunador.
Érase un arquitecto matemático y filósofo que abría puertas inverosímiles a pasillos metafísicos. Érase una voz megafónica en la mente exótica del pitagórico distribuidor de imposibles. Érase la muerte afónica acabando con su incoherente mundo de inasibles.
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Alas negras.
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Aunque estoy tan cerca de tí,
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con mis uñas negras y mi alma gris,
tu pelo acaricio entre una capa de frío.
Por tu amor... ...