Fue víctima de su orgullo, y se gritó a sí mismo por lo que había hecho, por ser arrogante, por no ver un poco más allá de lo que la máscara de sonrisa fingida de su jefa le presentaba. Demasiado tarde, ahora que lee la carta de renuncia forzosa, una carta firmada en blanco sin pensar, cegado por ese tremendo ego: lo que pensaba era su victoria es ahora su perdición.
Pretextos literarios por escrito
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En la revista *Pretextos Literarios por escrito, *año III, número 13
aparece mi cuento "Padres ejemplares"
Aquí el link de descarga:
http://www.porescrit...
Hace 6 años
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